Un pequeño tropiezo arqueológico

Hoy, en mi paseo largo de tarde con Tiras, subimos por el Asombro.

Hacía un tiempo largo que no me subía la cuesta de marras y me siguen impresionando las vistas que se ofrecen según vas alcanzando la cima,  hasta llegar a la altura del banco de Chispa y más allá (la historia de este banco se queda entre los hermosos secretos de Segovia)…

En esta ocasión el principal aliño a la habitual búsqueda de la calma que me otorgan estos paseos era poder sacarme la mascarilla un rato, en el campito, y comerme unas pipas tranquilamente, así que una vez arriba y tras ver que no había moros en la costa, me bajé la susodicha hasta la barbilla y me di con avidez a mi bolsa de pipas. He de reconocer que he cogido bastante pericia, sacando la pipa con el mínimo movimiento necesario y de manera tan inconsciente como el respirar, apenas reparo en ello hasta que me toca una amarga.

Mientras andaba pensativo, ajeno a los estragos que causaba entre las filas de proyectos de girasol tostados, alcancé ese punto del camino en el que unas piedras de buen calibre sirven de mirador y atalaya para contemplar varias de las figuras arquitectónicas más reconocibles de Segovia, y donde rara vez vengo a detenerme. Pateando piedras mientras paseaba, observé incrustado en el suelo un pedazo de loza blanca e interesado por si era un aislador, los “rescato” para un amigo, me agaché a intentar desenterrarlo.

Tras un rato escarbando en el que probé diferentes herramientas para sacar el pedazo de loza, me llegó media decepción al ver que no se trataba de un aislador pero, ya que lo tenía prácticamente liberado, le puse algo de ahínco hasta que logré sacarlo y, tras observar el fragmento que quedaba del sello de la fábrica en la base del mismo sin identificar nada, me lo eché al bolsillo con la intención de tirarlo al final del paseo. Seguimos brujuleando Tiras y yo, él a las flores, yo diezmando puñado tras puñado de pipas, sin mirar dónde poníamos rumbo, y acabamos bordeando piedras un buen rato sin hallar ninguna senda que nos sacase al barrio de San Marcos.

Ya me veía desandando todo el camino cuando un poco más adelante, cerca de uno de los focos que iluminan la Veracruz, me fijé en otro pedazo de material cerámico, esta vez de arcilla marrón típica de la cerámica desarrollada por diferentes artesanos de la zona en los años de oro del cochinillo segoviano. Puestos a recoger cosas, decidí llevarme también éste fragmento de historia reciente de la región y ya me fue imposible no continuar el resto del paseo bajo el alcázar imaginando aventuras en la búsqueda de reliquias ancestrales al más puro estilo Tadeo Jones o ese apenas conocido objeto de mi estudio, el Dr. Templetaub

Estos son los dos fragmentos cómplices de mi tarde de aventuras y semilla de estas pocas letras que os ofrezco:

restos cerámicos de botijo y cuenco

restos botijo y cuenco

Fruto de esas ensoñaciones del resto del paseo, al final si que me dio por investigar un poco más en las dos piezas que me había encontrado, gracias a lo cual, he podido entender que la artesanía cerámica [6] existe en Segovia desde aproximadamente el 2200 A.C en que por Santibañez de Ayllón alguien olvidó un vaso de 2 cm de altura con forma de campanita [7] (se me ocurre que podría contener cera para hacer algún tipo de vela?), que el botijo [4] nos acompaña desde el año 2300 A.C. y probablemente tenga su origen en la cultura argárica [5], que es una palabra en cuya raíz se infiere una mezcla de origen latino y mozárabe y cuya primera referencia en nuestra región data del siglo XIII, aunque en toda la península acuña diferentes nombres como búcaro, cachucho, ñañe, rallo, càntir, txongila o pichilin y existe hasta un modelo matemático que trata de desentrañar la extraña física, química y matemática que mágicamente refrigeran el agua del interior del mismo.

Ahondando en la última reliquia encontrada, el fragmento de botijo, y observando esos pocos trazos casi ilegibles que parecen esbozar “Rdo”, la imagino como una pieza fruto de la alfarería artesanal que intenta mantener a flote la economía local superviviente en los años de oro del cochinillo cortado al plato y que algún comensal, ahíto de carne y vino en algún restaurante de la zona, retiró de la mesa previsor para refrescarse tras el paseo hacia algún lugar sombreado en el que solazarse y disfrutar de una posiblemente más que deseable siesta en esa linda zona cerca del cruce de Zamarramala y que, con la torpeza de la borrachera, acabó hecho añicos donde fui a encontrármelo yo, que por cierto, sí que hay alguna buena sombra.

restos cerámicos de botijo

restos de botijo

La primera pieza la reservo para el final, porque de ella aún he sacado más jugo de la historia de la zona, y es que, tras una primera búsqueda en internet, ya la wikipedia nos enseña una referencia a una fábrica “La Segoviana” [1] en la que se elaboraban piezas de loza, iniciada por Melitón Martinez a mediados del siglo XIXy por la que pasaron diferentes empresarios y artistas, que se consolidó entre finales del siglo XIX y principios del s XX gracias a varios factores como la incorporación de técnicas y maquinaria nuevas, la integración del aprovisionamiento de materiales en los alrededores, obteniendo la madera de San Ildefonso, Revenga y Navafría y los áridos de la zona de Otero de Herreros y una misteriosa inversión que la salvó de la quiebra hacia 1915 [3], y que cerró definitivamente en 1992 (año muy interesante en la historia reciente de España).

Mientras leía ese artículo, no sabéis la emoción de darme cuenta de que tenía un buen candidato para la pieza encontrada, un tazón de mediados del siglo pasado en la Fábrica La Segoviana, durante el tiempo que la mantuvo la familia Gil Vargas:

Restos de cuenco de loza blanca

restos de cuenco de loza blanca

La pieza a la que se asemeja es la siguiente:

Y gracias a su cebo he aprendido que la loza se compone de cuarzo y caolín, ambos abundantes y de calidad en nuestra región, especialmente por la zona de Otero de Herreros, y que el caolín [2], además de ser una alternativa ecológica al uso de cementos de tipo portland, puede emplearse para el control de algunas plagas agrícolas ecológicas y existe una corriente de personas, los geófagos, que lo comen como medida de ayuno.

 

Enlaces de interés que he ido recogiendo:

[1]Sobre La Segoviana. https://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A1brica_de_loza_La_Segoviana

[2]Sobre el Caolín. https://es.wikipedia.org/wiki/Caolinita

[3] Sobre La Segoviana. http://gregorioarnanz.blogspot.com/p/la-segoviana.html

[4] Sobre El Botijo. https://es.wikipedia.org/wiki/Botijo

[5] Sobre la cultura Argárica. https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_arg%C3%A1rica

[6] Sobre la cerámica en Segovia. https://es.wikipedia.org/wiki/Alfarer%C3%ADa_en_la_provincia_de_Segovia

[7] Sobre Santibañez de Ayllón. https://es.wikipedia.org/wiki/Santib%C3%A1%C3%B1ez_de_Ayll%C3%B3n


Comments are disabled.